On the first day, they asked me what my condition was . That seemed odd to me considering the variety of attendees. There were all sorts of people: doctors, lawyers, engineers, painters, dancers, teachers, actors. They were very different, but still they said, that in that place, there was something they all shared. Maybe I wasn’t observing things quite well.
“We all have something here”-the moderator explained. “That something cannot be seen at first sight. It is not, necessarily, a lack of audition, sight, speech, or limbs, nor the possession of extra limbs, or paralysis. No, that’s not it. What we have can only be seen by those near us, those who’ve known us for years, those who’ve lived with us and have seen us light and dark. Only those”-he paused then to ask me: “And you, sir, what is your problem? Why have you come here?”
“Yes... yes.... I understand…”-I said. “I… you’ll see, there are many things... but I can summarize them in just two: I am a procrastinator”. “Hmm…”- the moderator exhaled widening his eyes open as if realizing he’s found all the books that speak about me in his mind. “And the other one?”-he asked. “The other one… the other one is just but a disproportionate, autonomous, and rebel imagination. Sometimes it strikes me, without me foreseeing it, on a side with a swell wave of possibilities; at other times it dazzles me with incandescent images. Many times it illustrates me, but at other times it just spins my head around”.-It wasn’t easy for me to produce that answer, and yet I felt there were details I left unmentioned.
To which my moderator swiftly replied: “No one’s gonna judge you here, Mr. Writer. Come in, Anonymous Philologists is about to begin”.
© 2015 Grecia Albornoz
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------*En español
El grupo de apoyo
El primer día me preguntaron cuál era mi condición. Eso me pareció extraño puesto que había mucha variedad en aquellos asistentes. Había todo tipo de personas: doctores, abogados, ingenieros, pintores, bailarines, maestros, actores. Todos muy diferentes pero ahí decían que algo en ellos era igual. Tal vez yo no estaba observando bien.
“Aquí todos tenemos algo”-explicaba el moderador. “Ese algo no puede verse a simple vista, no es necesariamente falta de audición, o de vista, o del habla, o de miembros; tampoco son miembros de más o paralizaciones; no, así no es. Lo de uno lo ven sólo los que están cerca, los que lo conocen de años, esos que viven con usted y que lo han visto lumbrera y oscuridad. Sólo esos.” -Se detuvo entonces a preguntarme: “Y usted, señor, ¿Cuál es su problema? ¿Por qué vino aquí?”
“Sí... sí... entiendo.”-le dije. “Yo… verá, son varias cosas… pero puedo resumirlas en dos: yo soy un procrastinador”. “Hum…”-exhaló el moderador, abriendo los ojos como habiendo encontrado los libros que hablan de mí en su mente. “¿Y la otra?”-preguntó. “La otra… la otra no es más que una imaginación desproporcionada, autónoma y rebelde. A veces me ataca sin yo esperarla por un costado con un oleaje de posibilidades, otras veces me deslumbra con encandilantes imágenes, muchas veces me ilustra pero otras sólo me da vueltas la cabeza.”-Me costó producir esa respuesta y aún sentía que había dejado detalles sin mencionar.
A lo que, diligentemente, respondió mi moderador: “Aquí nadie va a juzgarlo, Señor Escritor, pase adelante, Filólogos Anónimos ya entra en sesión”.
© 2015 Grecia Albornoz
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