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Adiós Ocumare

Mi versión del Vals de Angel M. Landaeta "Adiós Ocumare"


Si por cruel imposición abandono tu valle...
      En el descabellado, injusto, macabro e hipotético caso en el que no disponga de mi natural derecho a la opción, y me vea forzada a dejar mi pueblo para siempre; el único que de verdad conozco, el que me ha criado, aquel cuya historia borrosa ha dejado hasta a sus ancianos, el de las calles angostas, fuerte sol y simple vida,

temo que mi corazón por la pena estalle...
     Me encontraría forzada a la penosa separación de quien abandona a la madre, cuyo pasado ha moldeado cada instante de su vida, que le dio colores, que le dio penas y que le mostró su mundo; aquel pequeño universo por más limitado, propio. 

y si por sino infeliz nunca más volveré...
    Impensable, inhumana e imaginaria maldición del perpetuo adiós; jamás pudiese concebir un futuro sin la posibilidad de encontrarte en mejores momentos. 

ay, Ocumare, ay de mi, no se por qué me fui, ni cuando volveré....
      Ficticia es toda suposición de mi abandono hacia ti, porque yo aprendí de ti que cada cosa importa, los nombres de las calles, las estatuas en las plazas, los saludos casuales, las leyendas y los mitos, la historia de sus iglesias y hasta los vendedores ambulantes. Tu me enseñaste que todo eso es de importancia porque todo eso eres tú.  

El Tuy es muy dichoso en su correr, pues no te abandona aunque se va...
      Entonces, ¿A dónde has ido tú? Yo me quedé esperando escuchar tus historias, nutrir tus valles con el frescor de tus montañas, ¿A dónde han ido tus frutos? ¿Qué ha sido de tu orgullo? ¿Qué albergan hoy tus calles? 

cuando felizmente en su vagar, cruza de las vegas hacia el mar...
       Al insensible siempre le ha gustado calificarte de una u otra forma: de atraso, abandono, soledad, patio trasero, o dormitorio; y muchas veces tu misma les has dado la razón; cuando para mí eras hogar. 

Envidia me causa en mi dolor al ver el frescor de su vergel...
       Nostalgia me da saber que aunque tu valle sea aún verde y tus más recónditos ríos no perezcan, tu sangre baña la tierra que no la ha pedido, tus campos han sido destruidos y te pisa una horda de gente maltratada, quienes nunca supieron de tus aficiones, ni te preguntaron quién eras, ni se preguntaron ellos quién eras. 

y besa tus plantas siempre fiel sin decirte nunca adiós.
        No he querido imaginarme ni por un insensato segundo que te dejara, Ocumare, pero temo que en esas tantas de mis ausencias, has sido tú la que me ha dejado.  


© 2014 Grecia Albornoz




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